Soy honesta, esta no es la primera entrada.
Qué friega querer decir tanto y a la vez no recordar sobre qué exactamente, ni sobre cómo entrarle a un tema.
A ver. Empecemos por lo obvio.
Equis, que esto sea un diario
Es domingo por la noche, y siento una pulsión latente en el pecho. No es el latido normal del corazón: es ansiedad medio controlada pre-lunes. Ese estado depresivo chiquito en el que cuestionas tu existencia y en el que te preguntas cuál será el primer pensamiento intrusivo por la mañana al despertar.
Veo un programa en la tele sobre un infarto y la apertura de ojos a la vida que trae consigo el sobrevivir a esa inevitabilidad que es la muerte. Por alguna razón ya me empoderé con una confianza cuasi-médica (alguien retíreme del streaming, ya me hizo daño ver tanto ‘The Pitt’) para hablar sobre las manifestaciones físicas de la ansiedad en el corazón.
En algún lugar escuché (o bien quizá lo imaginé) que el escribir sobre lo que uno siente de la forma más natural posible deriva en algo parecido a una catarsis existencial. Ahora sí que el famoso y muy actual «journaling» como dirían monitas güeras y vatos runners en alguno de mis algoritmos de Instagram.
Creo que prefiero otros algoritmos. Mucho mejores son esos en donde la señora del tarot y la NASA pueden convivir con tranquilidad. Espacios mágicos y surrealistas en donde se reciben tips para avanzar en la escalera corporativa, y a la vez comprendes que no eres la única a la que ChatGPT le ha dicho «tienes que aprender a dejar de recibir migajas» cuando le platicas sobre tu vida amorosa.
En fin, sin muchas ediciones y sin tantas releídas a lo escrito al natural, es como aparentemente se tendrían que ir calmando los latidos punzantes de un corazón ansioso los domingos por la noche. Sin embargo, hacer este proceso tan al «ahí se va», frecuentemente me ha requerido algo de superación de la vergüenza y auto censura mental.
Honestamente, desde niña me ha asustado la posibilidad de que alguien leyera mis escritos a futuro. El autocringe está cabrón.
Pero equis, la hipotenusa dirían los chavos porque esta Pípila trae sobre su espalda una tesis de licenciatura de casi doscientas páginas, y varias páginas de blogs perdidas en la web. Ahora sí que muy penosa no es la niña, ¿verdad?
Ya para concretar porque sueño
Sigo viendo la serie sobre el infarto. Resulta que es argentina y me encanta cuando alguien dice «vos misma», lo que me lleva a imaginar: ¿cómo sería mi vida con un acento alguito diferente?, ¿me daría menos auto cringe al releerme y sería la reencarnación misma de la Pizarnik?
Desde ya comienzo a releer, comienzo a añadir, y a corregir los párrafos anteriores…
En fin, ya me dio sueño y ya me entró la culpa generacional de tener luz azul tan cerca de mis ojos y de mi hora de sueño. También ya me dio remordimiento no poder dormir más de 5 horas seguidas porque mañana hay que levantarse temprano para bañarse en corto y porque pobre del Cutzamala.
Si por alguna razón alguien leyó esto, sepa que no estoy segura sobre el contenido de este blog. No se asuste, probablemente hasta termine metiendo mi lista del súper en alguna de las entradas. Pero de que habrá escritura, la habrá.
Pd: Sí sirve escribir. Muy sabio ese algoritmo.
